jueves, 5 de octubre de 2006

El Ministerio de la Globalización

Una vez satisfechas las necesidades de seguridad, el ministerio que más necesitará un nuevo gobierno para vencer las dudas internas y externas, que existen sobre nuestra Venezuela, es el Ministerio de la Globalización. La tarea no será fácil, no sólo por el daño sufrido, sino además por cuanto la competencia global es feroz.

En Venezuela, como en todos los países, nuestra ciudadanía se divide entre quienes ven en la globalización su oportunidad para un mañana mejor y quienes sólo ven en ella amenazas. Por cuanto soy un convencido de que siempre es mejor atreverse a ir a la vanguardia entre los que buscan ganar, que en la retaguardia, con los recogiditos y vencidos, no hago sino pensar en cómo podemos recuperar los tantos años perdidos y tranquilizar a los atemorizados.

Para generar y distribuir rápidamente algunos beneficios de la globalización a los nuestros, habría que mostrarles el queso de la tostada, empleos. Para ello el Ministerio debería convertirse en el principal promotor – no constructor - de varios polos de desarrollo, que provistos de toda la infraestructura necesaria, busquen posicionar al país en la prestación de algunos de los servicios que actualmente se vislumbran con un altísimo potencial de crecimiento económico. Entre ellos:

20.000 cuartos en instalaciones hospitalarias de primera, laboratorios, transporte especializado, universidades, médicos, enfermeras bilingües certificadas, expertos en rehabilitación y todos los demás servicios necesarios para aspirar a convertir a Venezuela en un centro global de atención médica.

200.000 viviendas adecuadas, atención médica, instalaciones recreativas, sistemas de seguridad y transporte y todos los demás servicios necesarios para aspirar a convertir a Venezuela en un centro global de atención a las personas de la tercera edad.

Para volver a ganarnos el respeto y la confianza del mundo, buscaría fomentar algunas realidades que contienen una alto contenido simbólico: por ejemplo 10.000 celdas en prisiones de primera categoría, personal carcelario especializado, cursos de reinserción y todos los demás servicios necesarios para aspirar a convertir a nuestro país en un ejemplo global para el castigo y la rehabilitación de criminales.

Cuando pienso en todo lo que se podría haber logrado con los ingresos petroleros actuales, de haberlos utilizados sin complejos a favor del país, lloro. Cuando pienso en todo lo que seguimos teniendo a nuestro favor, me río.