jueves, 12 de abril de 2007

Todos somos indígenas.

Zimbabwe lleva tiempo metiéndonos el dedo en el ojo a todos quienes profesamos el derecho de los países a decidir sus asuntos internos de manera soberana sin que el resto del mundo se entrometa, por cuanto nos recuerda que hay límites a tal principio.

Qué haríamos por ejemplo si ese gran pulmón de nuestro planeta Tierra que conocemos como el Amazonas estuviese ubicado en Zimbabwe y ese Mugabe se hubiese dedicado a su tala y su quema. Por supuesto nadie le puede negar a Zimbabwe sus derechos prioritarios como indígenas locales de hacer lo que quieren pero llega el momento en que sus derechos coliden de manera directa con los nuestros, también legítimos derechos como indígenas del planeta Tierra que somos y por lo menos yo estaría en tal caso vociferando "paren a ese loco… como sea". Por cierto hablando de este tema ambiental considero que el resto del mundo tiene todo el derecho de exigirles a países como Estados Unidos y Venezuela, que le pongan un parado a su consumo desenfrenado de gasolina.

El que un autócrata como Mugabe que lleva 27 años en el poder haya destrozado por completo a un país que tenía de todo para lograr un puesto respetable en la comunidad internacional y que le haya traído tantos sufrimientos irreversibles a por lo menos dos generaciones de seres humanos en Zimbabwe, quizás no sea cosa nuestra, "que se j…. pero la soberanía hay que respetarla". No obstante parece que ya Mugabe-Zimbabwe esta llegando a un límite y muchos de los más respetuosos de la soberanía, ya reclaman que se haga algo.

Uno de los instrumentos que más ayuda evitar que se nos coloque en esa incomoda situación de necesitar elegir entre el respetar la soberanía de los pueblos y defendernos de sus soberanas bestialidades, es asegurar que los mecanismos internos que permiten frenar las locuras de manera interna funcionen, muy especialmente el de las elecciones. En el caso de Zimbabwe hay muchos que sostienen que de sólo haber existido el mecanismo de unas elecciones verdaderamente transparentes, hace tiempo que el mismo pueblo de Zimbabwe ya se hubiese soberanamente librado del Mugabe.

Lo anterior me trae a comentar sobre la falta que verdaderamente hace en el mundo una definición sobre en qué consisten unas elecciones verdaderamente transparentes, ya que no puede ser igualmente de legítimo quedar electo en unos sufragios de cuya transparencia nadie duda y quedar electo en una elección donde la mayoría duda.

¿Cuál es el porcentaje de credibilidad que debe tener un sistema electoral para ser legítimo? No creo que se requiera el 100%, ya que siempre existe un porcentaje que dudará de todo, casi como por religión, pero tampoco creo que ese porcentaje deba bajar del 80%. Por supuesto en la medida que los resultados sean más anormales, más creíble debe ser el sistema electoral. En casos donde un Mugabe resulta reelecto durante 27 años o en el caso donde en unas elecciones parlamentarias en un pueblo dividido salen 167 a favor de uno y cero a favor del resto, la credibilidad que el pueblo debe tener en su sistema electoral tendría que ser del 98%, por lo menos.